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Si pasas por Sydney, ella se quedará en ti para siempre

Una crónica de viaje sobre la ciudad más icónica de Australia.

No sé aún cuál es la mejor manera de describir esta magnífica ciudad. Es tranquila, pero a la vez concurrida, es luminosa, pero entre sus sombras también esconde belleza. Basta con estar allí para entender cómo todo cambia cuando, literalmente, le das la vuelta al mundo.

Sydney es una ciudad amable, que se deja entender, caminar y observar. Para los turistas, es la experiencia de ver cómo cientos de culturas convergen, pero al final todas se conectan con el idioma universal: una sonrisa.
En Sydney nadie le niega un gesto amable a nadie. Todos están dispuestos a ayudarte, a ser cordiales o a hablarte un poco más despacio cuando se percatan que no hablan tu idioma.

FOTO CRONICA 1

Es una ciudad mágica. Solo basta estar frente a la Casa de la Ópera para entender cómo todo fue milimétricamente pensado para enamorar a sus visitantes. Todo parece una composición de un buen artista que plasmó su obra en una ciudad completa.

Eso sí, debes tener cuidado hacía dónde mirar, pues el mundo corre para el otro lado, Pero descuida; han puesto unos letreros en el suelo para evitar que no te cruces la calle sin percatarte de qué lado va el tráfico. Una muestra de que eres importante para la ciudad, sin importar de dónde vengas.

FOTO CRONICA 2

Sin duda, Sydney se quedará en ti. Es una pausa romántica y cálida, aún en el invierno, para tu mente. Una copa de vino, un paseo en el ferry o una vista panorámica desde la Sydney Tower Eye te hará vivir un momento inolvidable.

Definitivamente vale la pena hacer la maleta, tomar un largo vuelo y darte una vuelta por Sydney. Y por qué no, quedarte a vivir en ella…

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